15 de marzo de 2005

El país, primera parte de "Los nuevos sustantivos"

"Yo creo que el país merece saber lo que ocurre"
"Las declaraciones de este Sr. debieran ser explicadas, lo cual urge sobremanera al país"
"El país no necesita este clima de confrontación"
"La incertidumbre se acrecienta en el país"

El país tiene una tremenda capacidad para ponerse de acuerdo en lo que piensa y siente, aunque parezca temperamental. Apenas se declara algo por televisión o se anuncia por la radio o aparece en el diario (el país completo ve, escucha y lee cada día), en su fuero interno elabora opiniones, necesidades, aprobaciones y reclamos con respecto al tema, sea cual fuere, porque además el país es preclaro como ninguno, tiene un entendimiento diligente y presuroso, y se afinca en su magnánima experiencia para predecir y pontificar acerca del futuro. El futuro del país es la más grande preocupación del país. En resumen, el país llega antes que nadie a enterarse de todo, y expresa su opinión antes que nadie.

El país se percibe y se descifra de manera tan transparente y clara, que cualquier grado o escalafón político es capaz de interpretarlo, prevenirlo, defenderlo, darle lo que necesita. El país requiere cambios. El país necesita ejecutar lo que se pone como meta. El país ha mejorado. El país ha sido bien calificado.

Lo cierto es que el país tiene muchos kilómetros de distancia entre un extremo y otro. Tiene ciudades con distintos climas, lo cual lo hace claramente muy diverso, y las comunicaciones entre un punto y otro han mejorado notablemente. El transporte igual, porque su capital está cada vez más accesible. Y por eso mismo, cuando el país opina acerca de algún tema, realiza un tremendo ejercicio de integración, porque una parte del país de muy al norte se molesta con lo sucedido en el sur, y aquel trozo de país que queda al centro se aterra por lo que sucede muy lejos de sí. Por si fuera poco, el país se compara siempre con otros países, que parecen disfrutar del mismo estado: bloques uniformes y lábiles, pugnando por sentirse más maduros y felices que los bloques que le rodean.

(Su soterrado secreto es que es un tremendo criminal de doble personalidad. El país está siempre preocupado de aprobar ciertas leyes y de derogar otras, para actuar de acuerdo a ninguna, porque ninguna de las normas que se fija a sí mismo son aplicables en su totalidad. El país no requiere reglas generales pero las promulga para autoconvencerse de que su conducta tiene que cambiar.

¡Ah! Además el país a veces odia a otros países, pero no se lo dice a sí mismo porque cae en depresión, o se confunde, emprendiendo una caminata espiritual hacia la reconciliación consigo. Por otro lado, el país tiene una capacidad de introspección que limita al sur con su imposibilidad de aclarar qué fue lo que le sucedió en el pasado. El país es como un árbol traumado, que crece tratando de enderezarse sin entender cómo fue que alguna vez se enchuecó, si es que alcanza a darse cuenta de ello.

Pero no es malintencionado. Parece ser que tratando de hacer el bien, el país a veces se equivoca. Y como la intención es la que vale, el país sigue y seguirá su senda, como un Quijote que sale a arreglar entuertos allí donde no los hay, pero sin la bendición de la locura.)

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