29 de julio de 2011

¡Abajo el eufemismo! (Sobre la unión homosexual)

La discusión sobre el matrimonio homosexual, transformada ahora en una discusión sobre las uniones de hecho, expone un problema añejo de nuestra sociedad local: la intención encubierta. A fuerza de mantener la exclusividad del matrimonio entre heterosexuales, hace ya dos años se han hecho propuestas para crear un estado artificial, un sucedáneo de unión legal entre personas, que sólo sirve para darle más importancia al matrimonio como institución, y de paso escudarse en que se quiere beneficiar a "la inmensa mayoría" de parejas de convivientes de nuestro país.

La pregunta que los opositores al matrimonio homosexual deberían hacerse es si la institución que defienden, en tanto forma de constitución tradicional de la sociedad, se debe seguir prestando para eufemismos. Algunos le llaman "sagrada institución" por considerar que se trata de una estructura establecida desde lo religioso, pero los datos históricos nos muestran que desde el albor de occidente se trataba más bien de un asunto civil, y que por otra parte ha sido objeto de infidelidades, de la existencia de "hijos por fuera" y otros fenómenos quizá inconfesables. Entonces ¿sigue siendo una institución tan sagrada?

Los más críticos adhieren (y lo comparto) a que el matrimonio sólo opera como un mecanismo patriarcal para la repartición de la heredad, en donde la exclusividad de pareja ha terminado siendo opcional. Por tanto, el matrimonio entre parejas del mismo sexo no debiera ser objeto de jugarretas legales ni de resquicios ni nada por el estilo. Debería aceptarse sin más. Y con ello, se debería abogar de una vez por todas por la diversidad sexual, aspecto cuya negación cotidiana mantiene a personas de carne y hueso en el sufrimiento social y personal.

Por eso, y para erradicar el insulto en que se han convertido las intenciones de consenso de diversos sectores políticos, es que se hace necesario re-conocer las propuestas de quienes apoyan la unión homosexual:
- La (nueva) Fundación Iguales continúa en su campaña de promoción del debate en torno a la diversidad sexual, con todos los actores políticos que se sumen.
MOVILH hasta ha generado material educativo (ya va en la segunda edición) para sacar a nuestro país de la vaguedad e imprecisión ocasionada una y otra vez por la hipocresía.

Saludos

Ricardo I.

13 de julio de 2011

Detención. (The Rite of the Strings).


(The Rite of the Strings: Clarke, Di Meola y Luc-Ponty)
Fue grabado en 1995, pero suena fresquísimo y delirante. Tanto, que tras mi recomendación (¡consígalo a como dé lugar!), me permito transcribir las palabras que derivaron de escucharlo detenido ante la inmensidad de la madrugada penquista.



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Me quedo en suspenso o detenido el tiempo suficiente para que todo se resuelva en vacío. Puedo hacer que las melodías retornen a mi neurosis. Renaissance, en el rito de las cuerdas. El abismo en el roce de la crin, en el fulgor de bordona quemándose, en la madera que canta.
Albergo esta madrugada otra vez como recuerdo y armónico de mi insomnio.

(Y con La Canción de Sofía, el conocimiento está en menores. La nombrada por esa aurora es una mujer de carne y carne, de hueso quieto. El rito no perdona, y tras la pausa se dibuja la textura de una niña que siempre quiso cantar su propia suerte.)
Mientras caen los acordes: voy resucitando de mi invierno. Tengo treinta y dos, y eso es bueno. Me quedan un siglo para seguir cantando, mi guitarra, y mi corazón porfiando. Quizás halle más razones. Quizás la línea de colores entre el horizonte y el porvenir baste.


Ricardo I.

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...