25 de junio de 2012

Una cosa, mientras tanto.

Yo soñé en arenas y en tormentas, y viví los recodos de un camino al borde de las Pirámides, sucumbiendo al engaño para no caer en una matanza siniestra. Oculto en una carpa de beduinos, calmé el llanto de un niño en noches de sangre mientras cerraba la mirada en las estrellas. Descorrí el velo de un monasterio en Padua y leí rollos escondidos, dibujando bromas en los bordes de una copia. Me salté varios días de un calendario, y en el tiempo incontable caminé riendo. Dejé que mi razón navegara en el Sena, y desterré sin culpas a un amigo en Bristol, castigando su insensatez. Desde los muelles oscuros del Río de la Plata mordí sin piedad la habilidad de una navaja. Me vi en medio de una batalla en la selva, me vi cubierto de lluvia en el trópico y sin contagiarme de fiebre, y sobreviví en un paisaje tedioso de sal y cobre. Partí (como todos lo hacen siempre) a perderme en Singapur, a Shanghai, a la Melanesia. Con una perla negra oculta en el paladar hice una fortuna no despreciable en Inglaterra.
Tuve en Marruecos una amante furtiva y de largo cabello, dos policías me persiguieron en Bavaria sin saberse nunca engañados por mis falsos pasos, y vendí poemas en una plaza de Uruguay a una muchacha judía. En un jardín de poco sol dibujé el rostro sonriente de una niña del sur de Chile.
Maldije mi suerte. Recobré mi rostro. Recorrí mi memoria.
Cuando llegó la noche, me supe en un desierto con una llama de fuego aletargando mi frente. Era el delirio y la transgresión. Era el aliento de este presente entremezclado y postmoderno. Era este hurgar de soles en la piel reseca que resta mis fuerzas. Era la certeza de encontrar alguna tarde el lugar en que saltaré al vacío.
No pido más que una cosa, mientras tanto: ilumina mi camino.

10 de junio de 2012

Fragilidad

Imagina por un momento que estamos ante una bifurcación de caminos. No hay señales en los costados, hay mucha arena en suspensión y en la radio de automóvil resuena Leonard Cohen ("Baby, I've been waiting...").
Tratas de preguntarte algo que te recuerde el pasado reciente, y el sol del atardecer no te permite evocar. Frunces el ceño y me miras diciendo "..., ¿qué me preguntaste?". Sin desconcierto, y con la total calma que otorga la seguridad de estar esperando la pregunta, saco una carta y la arrojo en tu regazo.
"¿L'Hermite?"
Guardas un rato de silencio. La arena se disipa un poco. El atardecer no quiere terminar y veo cómo en tus ojos alegres aparecen los colores del término del día o del comienzo de la muerte. "El bastón rojo lo entiendo, pero ¿esa mano azul?"
Yo no explico nada. Sólo busco un mapa mental para retroceder sobre nuestros pasos. Anhelo la bifurcación de caminos como se desea volver a leer un libro que hace sentir más intensas las gotas de la lluvia. La prudencia es un camino que se recorre a la inversa, y en cada esquina nos estalla la fragilidad, es decir, la posibilidad de quebrar toda mentira para quedarnos con la verdad en el sitio que corresponde.
Y estoy a punto de recobrar la calma cuando tomas la carta y la lanzas por la ventana. "Esta imprudencia es harina de otro costal".
Sonrío.

Ricardo I.

7 de junio de 2012

Millones y millones

Cada día son millones de personas las que se despiertan con la mirada fija en sus esperanzas, y son otros millones quienes despiertan sólo por la esperanza de los primeros.
Eso es justicia social.

Ricardo I.

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...