14 de julio de 2008

¿Y si no cambiamos las cosas?

Ya que hoy se conmemora otro aniversario de esa Toma de la Bastilla que apenas hizo ruido en los oídos del Rey y de la Reina, acá declaro mi más actual intención revolucionaria.

Quiero que las cosas sigan igual.

No quiero monarcas solucionándome las cosas. No quiero que los mercaderes me solucionen las cosas. No quiero soluciones militares. No quiero a Dios solucionando mis cosas.

No quiero que Santiago me solucione las cosas.

Yo no quiero que este país crezca. Porque cuando el país crece, en realidad crecen cinco grupos económicos del país y no el país, de tal manera que cuando se frena el crecimiento, nos inflamos todos. Y no quiero ni más ni menos inflación, y me dará lo mismo la inflación mientras me paguen en unidades de fomento.

No quiero cambio climático.

Yo no quiero emprender. No necesito emprender. No quiero que la gente emprenda para luego dejar todo su esfuerzo en prenda en un banco.

No quiero más universidades, porque las que hay antes deben subir su calidad o cuando menos generar conocimiento, que no lo hacen ni lo quieren hacer, y prefieren captar gente (no personas) interesadas en ganar dinero en lugar de hacer ciencia.

No quiero cambiar las cosas ni el estado de cosas, ni que el Estado cambie las cosas en el estado que sea que estén. No quiero voto voluntario, porque ni mi vida ni mi libertad es voluntaria: las tengo por derecho. Y no quiero renunciar a ninguno de mis derechos. Ni siquiera al de elegir a mis gobernantes.



No quiero que este país se las dé de "libre-mercadista" si en realidad los mercaderes quieren regulaciones cuando la economía les perjudica con los dólares baratos, pero las abominan cuando se trata de favorecer a sus trabajadores con un sueldo mínimo. No quiero, tampoco, ser "libre-mercadista". Tampoco quiero Gobierno de Trabajadores, porque no creo que en este país haya gente trabajadora.

No quiero que digan que este Gobierno es de Izquierda, ni la Derecha diga que es liberal, ni que la Izquierda diga que acompaña al pueblo, si en realidad nadie sabe dónde está el pueblo.

No quiero candidatos que no son candidatos pintando paredes por vacíos legales. No quiero que anulen los graffitis que más me gustan de la ciudad por ver desconocidos nombres de personas que pocas veces dan cuenta de sus actos.

No quiero economistas proponiendo bajar el sueldo mínimo para aumentar el empleo, si ellos no pasan antes por la prueba de vivir un año con el sueldo mínimo para ganarse el título de economistas.

No quiero subsidios, porque soy una persona que tiene educación y capacidad de trabajo, así es que cedo mis subsidios a mis hermanos más pobres que no tienen cumplidos esos derechos.

No quiero automóvil para engordar o contaminar. Tampoco quiero mojarme demasiado bajo la lluvia.

No quiero ganar dinero con "células" que por joder exponencialmente a las personas más bien son cancerígenas. No quiero computadores baratos por error, porque no necesito ciencuenta computadores, y ni siquiera uno sólo porque ya tengo. No quiero crucificar ni mi decencia ni mi dignidad.

Quiero sinceridad si es que vamos a seguir igual. Sin mentiras. Sin exagerar. Y así entonces podremos decir que lo estamos haciendo pésimo y eso es todo.

Y quiero cambiar-me yo antes que exigir cambios al mundo.

Desde la Abadía (tarareando "You say you want a revolution...")

Ricardo I.

3 de julio de 2008

Podría ser la jornada

fuego negro



Podría hoy experimentar el amor más allá de la piel, y estar más allá de la apertura del alma. Y hay árboles que me muestran un camino inacabado y me digo "claro, si es mi derecho a escuchar entre brisas..." y me sonrío de mi ingenua emoción.

Ayer por la tarde oí canciones. Pero no fue sino hasta que se inicio la madrugada cuando me apresté a caer sobre los brazos de mi amor. Ella (paciente, silenciosa, tirando de mis miradas) espero hasta lanzar su frase total. Yo fui tras sus sonidos y no supe ni quise regresar. Sostenido sigo en su aurora. Tropezado ha mi camino ante su calor. Me pierdo tanto y prefiero hacerlo.

Podría hoy. Podría ser la jornada del final. Podría ser la jornada del regreso. Mientras me fundo a fuego negro no tengo que más declarar.

2 de julio de 2008

Mezclas raras, raíces confundidas.

Sugiero para el día de hoy escuchar a Ken Oak Band, un grupillo que descubrí por casualidad y que hace "cello rock" en una inusitada colaboración koreana-estadounidense. También sugiero escuchar a Ojos de Brujo, ese hip-hop flamenkillo que me revienta la cabeza cuando necesito espabilar. Sugiero revolver entre Nickelharpaclásicos también, que sorpresas hay. Pero sobre todo, sugiero las mezclas raras.

Por ejemplo, la que me revolvió la cabeza desde la estética: la viola de teclas (o nickelharpa). Se trata de un instrumento sueco hermosísimo (daría algunas neuronas a cambio de uno), cultivado sólo por folkloristas de aquel país y exportado excepcionalmente a España por una muy joven y agraciada Ana Alcaide.

La verdad es que cuando conocí las características del instrumento me impresionó también, más allá de su aspecto, por la subterfugia similaridad con el guitarrón chileno, ese vestigio raro de nuestro folklore, de finares y toquíos, algunos de cuyos ejemplares solamente apreciamos en Septiembre cuando muestran a payadores cantando a lo humano y lo divino. Sin embargo, se trata de un ejemplar realmente excepcional por la cantidad de cuerdas (algunos señalan 25, otros dicen que más), y porque es fruto del ingenio popular en términos de su confección. Un vestigio muy propio y muy olvidado que quizá sea pariente de la viola de teclas. Reflejo de lo largo que pueden ahondar las raíces en el espacio y el tiempo.



Les dejo los enlaces para que disfruten del sofisticado y antiguo sonido de la nickelarpa. También les dejo un enlace para que revisen acerca de nuestro guitarrón. Un par de maravillas musicales.

Saludos desde la Abadía

Ricardo I.

1 de julio de 2008

sigo fuera del tiempo

Cuando en agosto de 2006 decidí trasladar todo lo que había escrito desde el 2004 a una página personal, pensaba que la internet iría a otra parte.

En ese entonces las redes sociales tipo MySpace o Tagged o Facebook estaban escribiéndose, y aún no se multiplicaban los servidores. Ubuntu estaba en su versión Edgy, Debian estaba pasando de Sarge a Etch, y OpenOffice.Org estaba sacando mejores versiones para Windows XP. No existía ni Vista, ni Leopard, ni iPhone, ni telefonía 3G. Además, no existía el Asus EEE, los notebooks eran carísimos, y las páginas que los vendían no erraban. Estábamos sorprendidos por la desaparición silenciosa de los Archivos Secretos X o la muerte de Friends y no había ninguna serie despampanante que ver que sucediera en una isla y nos llenara de elucubraciones internas.

Recuerdo que en ese tiempo yo era apenas soltero, y no era padre en el sentido literal de la palabra. Tocaba muchísima guitarra. Los blogs estaban en una etapa de explosión reciente. Yo había empezado a escribirfuera del tiempo en 2004, y lo sorprendente era que me leyeran. Y entonces cambiaron muchas cosas a nivel personal, y las circunstancias me llevaron a perderme fuera del tiempo.

Hoy sigo fuera del tiempo. Retomo este blog sin esperanzas, con muchos otros medios de comunicación fluyendo y cayendo, pero sin perder la capacidad de asombro. Quiero escribirlo todo de nuevo, pero sin filtros ni nada. Hablaré de lo que se me antoje, como siempre, sin órdenes mentales ni vacilación. Después de todo, aproveché todo 2007 para callar mis dedos. Ahora que es invierno veremos hasta dónde nos lleva la inercia.

Saludos desde la Abadía, mi recinto-escondite fuera del tiempo.

Ricardo I.

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...