17 de junio de 2006

tal vez estaré aquí

Mira: por la tarde estaba en el bus, mirando extrañamente unas tiendas a medio vaciar (es sábado de junio, sin lluvia, sin sol), y en la acera de enfrente dos personas, varones de cuarenta a cincuenta años cada cual, se golpeaban y boxeaban, se tironeaban sus ropas, se amenazaban y maldecían, se enrojecían, se volvían a golpear, y las personas de alrededor miraban extrañadas, avergonzadas ajenamente, divertidas algunas, asustadas las menos, y yo solo sentía crecientes deseos de bajar de mi asiento, de vomitar de asco, de gritar que les separaran, que alguien hiciera algo, pero nada pasaba y todo seguía ocurriendo.

Y no bajé y mi bus partió. Y la sensación de asco seguía muy fuerte. Y el nudo en mi estómago trató de amarrarse al paisaje, pero se soltó cuando las cuadras se sucedieron unas a otras.

Escucha: las cosas no tienen por qué ser así, y mientras tanto ahora te sientas agradado o sonriente, mantendremos las mismas condiciones inciertas, produciendo harapos y sin saber si pudimos intervenir mínimamente y para bien en la vida de otra(s) persona(s).

Entonces, cuando vuelva a amanecer, tal vez estaré aquí, cantando las andanzas de personas lejanas. Que se aman (quiera Dios) o que intentan hacerlo (duramente, piadosamente, gravemente, nuevamente).

Desde la abadía.

Ricardo I.

5 de junio de 2006

no podré igualarme a la lluvia

Hoy Alonso abrió sus ojos de nuevo. Hoy Filomena se desesperó con mi mano. Hoy volví a escribir sin prisas ni nostalgias, avivando los meses que se avecinan.

Si me inicio como un relámpago las horas de este día, no podré igualarme a la lluvia. Ella sabe caer con gracia, plenitud anciana, apropiándose de la tierra como si no faltara más que llover. Es así que esta contemplación del ocio me llena tanto, me hace sereno y apetecidamente propio, sin estancar mi brisa en opulencia, porque la magia yace tras cada gota.

(Si llueve la gente se pone a cubierto; si llueve el pasto parece contento...)

Buscando casa, buscando risas, buscando anillos nuevos. Buscando rincones, buscando ausencias para llenar sin domingos antiguos. Buscando encuentros.

Buscando historias sin precio. Buscando revivir de alegorías. Buscando la música que llene más el alma antes que se nos haga de nuevo presente la tarde.

Bien dice el amigo Gonzalo que hay que "musiciar". Veremos que pasa luego.

Desde la Abadía.

Ricardo I.

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...