24 de marzo de 2005

La gente, tercera parte de "Los nuevos sustantivos"

Gens. Gentis. Gente. Un clan familiar o grupo consanguíneo. Roma engendró (engendrar equivale a crear gente). Y hoy, los resabios de su denominación siguen siendo materia de la cual se habla y escribe.

Dejemos que hablen los que saben. Mientras tanto me perderé entre la gente.


La gente va muy bien en cualquier acto público,
para llenar la cancha y hacer la ola.
La gente va muy bien para ilustrar catálogos,
para consumir mitos y seguir la moda.
La gente va muy bien para construir pirámides,
para tirar del carro y hacer el amor.
La gente va muy bien para formar ejércitos,
y para dar ambiente…, ¡viva la gente!
La gente va muy bien para contarles cuentos,
para darles porrazos y venderles ungüentos.
La gente va muy bien…, la gente va muy bien,
para decir que “sí”, para decir “amén”.

La gente va muy bien como ejemplo de bípedo,
que llora, se enamora y usa zapatos.
La gente va muy bien para suscribir pólizas,
acatar las consignas y pagar el pato.
La gente va muy bien como dato estadístico,
anónimos comparsas de este culebrón.
La gente va muy bien yo puedo asegurárselo,
conozco a esos plebeyos…, ¡soy uno de ellos!
La gente va muy bien para aplaudir al jefe,
animar el paisaje y preservar la especie.
La gente va muy bien…, la gente va muy bien,
para decir que “sí”, para decir “amén”.

La gente va muy bien…, pero que muy bien.
La gente va muy bien para decir que “sí”

Y por eso también…,

la gente va muy bien para enjugar las lágrimas,
para darse un abrazo y entrar en calor.
La gente va muy bien para vencer obstáculos,
para darnos sorpresas, recobrar la memoria
y emplear la cabeza, para cambiar la historia
y unidos buscar el camino que lleva al Edén.
La gente va muy bien.


El viejo Joan Manuel.

15 de marzo de 2005

El país, primera parte de "Los nuevos sustantivos"

"Yo creo que el país merece saber lo que ocurre"
"Las declaraciones de este Sr. debieran ser explicadas, lo cual urge sobremanera al país"
"El país no necesita este clima de confrontación"
"La incertidumbre se acrecienta en el país"

El país tiene una tremenda capacidad para ponerse de acuerdo en lo que piensa y siente, aunque parezca temperamental. Apenas se declara algo por televisión o se anuncia por la radio o aparece en el diario (el país completo ve, escucha y lee cada día), en su fuero interno elabora opiniones, necesidades, aprobaciones y reclamos con respecto al tema, sea cual fuere, porque además el país es preclaro como ninguno, tiene un entendimiento diligente y presuroso, y se afinca en su magnánima experiencia para predecir y pontificar acerca del futuro. El futuro del país es la más grande preocupación del país. En resumen, el país llega antes que nadie a enterarse de todo, y expresa su opinión antes que nadie.

El país se percibe y se descifra de manera tan transparente y clara, que cualquier grado o escalafón político es capaz de interpretarlo, prevenirlo, defenderlo, darle lo que necesita. El país requiere cambios. El país necesita ejecutar lo que se pone como meta. El país ha mejorado. El país ha sido bien calificado.

Lo cierto es que el país tiene muchos kilómetros de distancia entre un extremo y otro. Tiene ciudades con distintos climas, lo cual lo hace claramente muy diverso, y las comunicaciones entre un punto y otro han mejorado notablemente. El transporte igual, porque su capital está cada vez más accesible. Y por eso mismo, cuando el país opina acerca de algún tema, realiza un tremendo ejercicio de integración, porque una parte del país de muy al norte se molesta con lo sucedido en el sur, y aquel trozo de país que queda al centro se aterra por lo que sucede muy lejos de sí. Por si fuera poco, el país se compara siempre con otros países, que parecen disfrutar del mismo estado: bloques uniformes y lábiles, pugnando por sentirse más maduros y felices que los bloques que le rodean.

(Su soterrado secreto es que es un tremendo criminal de doble personalidad. El país está siempre preocupado de aprobar ciertas leyes y de derogar otras, para actuar de acuerdo a ninguna, porque ninguna de las normas que se fija a sí mismo son aplicables en su totalidad. El país no requiere reglas generales pero las promulga para autoconvencerse de que su conducta tiene que cambiar.

¡Ah! Además el país a veces odia a otros países, pero no se lo dice a sí mismo porque cae en depresión, o se confunde, emprendiendo una caminata espiritual hacia la reconciliación consigo. Por otro lado, el país tiene una capacidad de introspección que limita al sur con su imposibilidad de aclarar qué fue lo que le sucedió en el pasado. El país es como un árbol traumado, que crece tratando de enderezarse sin entender cómo fue que alguna vez se enchuecó, si es que alcanza a darse cuenta de ello.

Pero no es malintencionado. Parece ser que tratando de hacer el bien, el país a veces se equivoca. Y como la intención es la que vale, el país sigue y seguirá su senda, como un Quijote que sale a arreglar entuertos allí donde no los hay, pero sin la bendición de la locura.)

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...