6 de agosto de 2009

Francisca Silva y la pena de muerte

Estoy consternado por lo de Francisca Silva. Pero también estoy consternado con las voces que piden restituir en Chile la pena de muerte. Aparte de ser imposible en virtud de los tratados internacionales, no entiendo la razón de la re-institucionalización. Pero lo sospecho. Yo digo que una persona mata a otra por distintas motivaciones, pero tratando de ser resolutivo, las causas se remiten a tres:

  • El asesino en realidad es una persona que tiene una alteración en su funcionamiento normal. Es un “enfermo mental” si es que existe tal cosa. O su funcionamiento es cuando menos psicopático, y por ser psicópata, no tiene capacidad de aprender de sus errores o de asimilar las consecuencias de sus actos. O sea, no aprende de castigos ejemplares hechos sobre terceros.

  • El asesino lo hace por un interés determinado. Es profesional. Lo hace a sangre fría como parte de un encargo, o como parte de una maquinaria que le respalda para ello (p. ej., el ejército).

  • El asesino es un “criminal pasional”. Lo hace llevado por el momento. Ejemplo: señora llega a casa y encuentra a su marido con otra mujer, y en un rapto de furia, mata a ambos.


¿Sirve la pena de muerte para des-motivar a nuevos delincuentes? No. Por razones obvias. En el caso del “enfermo mental” o psicópata, este no aprenderá de la ejemplaridad del castigo. En el caso del "asesino profesional", este tiene una conducta desconectada de su impulso y lo asume como un trabajo, y ahí la pena de muerte no motiva ni desmotiva ni un ápice su voluntad de matar. Y en el tercer caso, en medio del “rapto de furia” o de “celos” ¿habrá espacio para pensar en la pena de muerte como una alternativa posible si mato a mi marido y su amante?

O sea, fuera de cualquier disquisición ética o religiosa, en términos prácticos, la pena de muerte no desmotiva la comisión de crímenes. Por ninguna parte.

Así es que a los defensores de la pena de muerte, hablemos claro: si lo que quieres es instaurar la pena de muerte para dar espacio a una venganza arbitrada por el Estado, diganlo de frente. No apelen al dolor de la familia, aprovechando el momento tal como la diputada. No enrostren nada al Gobierno y al Estado. Sean sinceros: quieren institucionalizar la venganza. No lo comparto, y no pienso criticarlo tampoco. Es vuestra opinión. Sólo pido sinceridad.

Gracias

Ricardo I.

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