22 de mayo de 2006

Microbús mayo tardío

Yo no sé si sigo en este oficio de deslindar paredes, de provocar desmanes, de asistir a mis propias experiencias visitadas por cualquier moroso lector. Después de todo, siento muy presente la improbabilidad de que alguien lea inmediatamente todo esto. No buscaré ni tiempos, ni referencias, ni apartados comunes. Ni siquiera procuraré la claridad que, dicho sea de paso, está para aumentar egos y abarrotar bibliotecas.

Sólo citaré hechos prometedores.
Miraste la ventana impaciente. Aire frío. Como retirando la mano para no congelarte de agravios o de recelos. Ahora, y ese es mi dolor, estás allí, lejana, enmascarada, en el asiento grasoso y soñoliento de este invierno inminente con rostro de microbús. Yo no sé verte ni tomarte ni repetirte en mi resto de jornada, pero por cuanto soñemos, será la oportunidad de verte otra vez, sin tocar siquiera las ventanas o mencionándote mentalmente la idea de afirmarte para no caer en el trayecto, como si fuera posible no asirse de la realidad cuando viajamos antes del sol...

Yo quiero ser el mismo que viajaba y miraba y pensaba estos vapores de lectura. Pero en ese instante era sólo la observación. Habitual caso, si se quiere.

Otro día antes de la suerte.

Desde las alturas de mayo y tardío
Ricardo I.

3 de mayo de 2006

Des-esperando y danza

Antes del grito, antes de la expresión pura, antes de mirar por la baranda a los barcos escaparse, antes de que todo irrumpa en un único sonido permanente en los oídos, antes de que las nubes se desplieguen, mirando cómo no hay mal más infalible que el bien inesperado.

(altruista paisaje

mirando la tarde

respirando entre el sombrero)

Rebusco entre tus ojos vacíos. No dices mi nombre para no agobiarme. Rebusco tu expresión helada, y reviso mis propias miradas ante tu desolación. Retorno. Vacío. Danza de vida menos enmascarada que la Luna, para descubrir lo novedoso como si se tratara de un mensaje traído a la luz por mil profetas futuros.


(Mírame sólamente. Cállame antes del beso.

que ahora es baile

pero mañana flores secas y mustias y resecas

para liberarte de mi recuerdo inútil.)

Entonces, para no gritar tu nombre, pospongo las cenizas en medio de tu tiempo. Después de tus sonidos, ya no valen las sonrisas y puedo retornar sin aviso a mi compromiso con tu destino. Retorno a tu amor rojo, a tu sutil rezongo ante mi duda, a tu impregnada sonrisa...

Retomar la danza. Volver al amor. Recurrir a la orilla de un paisaje constelado de obviedades para resumir en el las ideas que permanecen más lejos que una quimera rota. Retomar la danza, digo, porque de ese amor dibujado en el suelo habrá que sembrar lo bello y lo verosímil, sin opinar y abandonando el sosiego.

Ricardo I.

Recordando a Edward Munch

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...