22 de julio de 2005

Puedo ser todo eso

Puedo ser el viento que abrace el tiempo incandescente. Y más aún, faltarme a mí mismo, como de lejos, en mi hastío. Puedo ser este mes que se retira, o la luna que se llenó imperceptiblemente de mi intensa duda y de las palabras. Podría declararme como un pecado a punto de cometerse, o como sombra que busca el escenario perfecto para la medianoche. Puedo retener lo exorbitante de estar despierto y contigo, sin ti y en la niebla, perdido en tu mano, arrojado a tu boca, recibiendo tus átomos, extorsionando a la tarde para verte venir nueva y sideral.
Seré todo cuanto podría nombrarte, lo peor y lo que me falte por ser, y quizá otra vez lo mejor que quede de mí.
Mientras tanto, no seré todo eso, sino el deseo. Un músico a punto de viajar a su nueva partitura. Un arquitecto edificando el vientre más terso. Un escultor de delicadas manos de papel. El pincelado trazo de un pintor trenzado con su propia tela. En fin: seré el incauto corredor de un bosque nocturno e iluminado, que esconde las lágrimas y recoge la clara madrugada..., para despedirse y ser sólo lo que tiene que ser: el rostro del amor inusitado y sin palabras.
En plenilunio

Ricardo I.

20 de julio de 2005

Experiencia

En lo que no se resume de este mes de julio (nuevo año, nueva edad, nueva estela de cosas, nuevas lluvias, mil otras novedades que no enumeraré), me veo obligado a las precisiones. Puede ser el aire de creación que rodea este mes lo que me empuja a hacer un alto. Retornar como quien descubre una montaña que ha llevado a cuestas hace ya un largo tiempo.
Sucede que soy seducido por las palabras, los sonidos que despacio se adentran en mi sentido. Y sucede que mis palabras terminan enardeciendo los horizontes, levantando plegarias, haciendo volutas en el aire o fuegos sin artificio, seduciendo oídos. Sucede que me envuelvo en el encanto de los signos y termino enredado entre apasionadas formas de significar la vida.
Sucede que podría conversar tardes enteras con la llama de los ojos más oscuros relumbrando en mi memoria, y más tarde no perder la raíz que me invento con los sonidos de una guitarra para seguir estando en el lugar de las sonrisas al alba.
Sucede que podría dedicar varias horas a un corazón desterrado de emoción, para enarbolar en su temblor de sangre nuestra condición de fragmento bendito por estar en esta orilla apartada del cosmos.
Me arrebato de este julio eterno para imaginar que sólo ayer los árboles se despidieron de las hojas, y que basta una mañana simple para colapsar de nuevo en verde los paisajes.
Silbando bajito y con frío.

Ricardo I.

19 de julio de 2005

Contra ese momento

Imagina que voy caminando en tu dirección. Entonces no sabes bien quien soy, y me pierdo entre la multitud que camina alrededor. Digamos que es de día, y para no perder más detalles, podría bien suceder que tengas deseos de tomar un café (a esta hora nos empieza a gobernar el sueño, así es que no nos hacemos ilusiones de una charla intensa junto a la estimulación del grano aromático, y lo terminamos imaginando como un regalo solitario a nuestra propia persona en mitad de la tarde).
Tras un par de pasos aparezco ante tu vista. Una cuadra aún. Al principio soy solo mi ropa, pero décimas de segundo después soy también mi rostro y mi entrecejo. También soy los reflejos que llevo hacia adelante y que se acercan a los tuyos. Ensayas una sonrisa que sin quererlo se convierte en el acto definitivo, y muerdo el anzuelo.
Sonrío también. Sólo nos queda el asfalto y un par de personas entremedio.
Luz roja.
En ese momento se te viene a la memoria todo lo que habías imaginado hacer, y lo desechas abruptamente. "Y ahora...", te dices, fingiendo inocencia y falta de albedrío, pero sin convencerte totalmente de la conveniencia de no opinar o dejarse llevar.
Contra ese momento me elevo antes de hablarte. Me acerco aún más, al borde de la acera. No podemos eludirnos ya, porque adivinamos que en cualquier momento se declara lo primero, y tras la apariencia de incidentalidad barajaremos los verdaderos motivos. Yo me acomodo el cabello, tu lanzas una última mirada a los vehículos que se cruzan o a los que están por interponerse en los metros que faltan.
Cambio de luz.
De ese instante, luego tendremos un vago recordar de impaciencia o de sorpresa mal disimulada. Y ahora, antes de hablarnos, tenemos un silencio blanco. Uno sin luz y blanco, a flor de sonrisa. Y contra ese momento encerraremos lo que signifique algo dentro nuestro, para explicarnos la vida. Contra ese momento estrellaremos circunstancias, sin terminar de aferrarnos a la casualidad, y esperando (no hay otra manera) a que las distancias cumplan su cometido.
Y que sea lo que sea.


Ricardo I.

16 de julio de 2005

Con traje negro

Con las vivencias a cuestas vivo, pobre mortal, desperdigando reciclajes en estos días tan llenos de contradicciones. Tenía que revivir la ilusión de correr por el bosque antes de liberar mi corazón en la profundidad de los oídos sabios.
Leen los que saben y los que no. Abren los ojos los dementes y los que quieren dar razón. Anteponen deseos los recientes, y los más antiguos..., sabe Dios. Pero hoy, con la impresión del amor atenuada por la contradicción, entonces se hace más valioso besar el alma, regar los prados, inventar las locuras nuevas y revisitar ciudades en la convicción de una esperanza.
Voy a escribir los cuentos que nunca pude porque me faltaba preclaridad o argucia. Mi voluntad de desarraigo y tinieblas me invoca para retornar a un canto claro, directo, silenciosamente honesto.
Encenderé mi mano para escribir sobre todo lo que canta.
De sentimientos vestido

Ricardo I.

14 de julio de 2005

Giró la rueda

Francesca AncarolaHoy giró la voz cantando, espantando los males, adquiriendo sentido, resucitando adoraciones, entre cardos y cenizas, reviviendo la juglaría, avivando la luz de la luna. Hoy giró incandescente el pan desde el cielo y la tierra, la belleza sutil y breve, larga y esperada, la sonrisa feraz o crepitante. Hoy giró la invitación en torno a un milagro junto a la barca, y aunque no hubo respuestas, el corazón tembló sin retorno en el espacio que resulta de la emoción en melodía.
Sin regresos.

Ricardo I.

(Francesca Ancarola en Concepción)

12 de julio de 2005

Los dones

Supongo que se trata de un día agitado, batido de alas y repetido de versos, pero lleno de símbolos al fin y al cabo. En medio de las horas, la convicción de la irrepetibilidad de los sentimientos más profundos.
Desde la aurora.

Ricardo I.

10 de julio de 2005

rememoración

De esta memoria queda el reflejo rojo, la solitaria estepa de mi abreviada condición de anillo. De este día quedará el acento puesto en el invierno, los veintiséis rezongos de mi altura, y las novísimas constelaciones que avecino. Y los besos que tardo en destinar.
Gracias por estar.

Ricardo I.

7 de julio de 2005

...saber agradecer...

Se puede conocer el mundo a contratiempo. Se puede conocer el mundo imaginándolo. Se puede navegar más allá de lo visible. Se puede retornar al punto en que partiéramos. Se puede congregar toda el ansia en un abrazo.

Y puede que...

Antes de que el reloj tropiece, o antes de la imaginación, antes de lanzarse en un mar invisible, antes de volver, o antes de estrechar los cuerpos; antes de todo ello, digo, puede que las iniciales de los nombres se inscriban en sueños para no olvidarlas jamás. Antes de todo ello, se sospecha lo eterno y lo real, lo posible y lo esperable, lo que yace y lo que permanece.

Se puede crear un recreo de los sentidos. Se puede abrir el año en dos mitades. Se puede narrar engaños y persuasiones.

Pero no se puede mentir desde la piel profunda del alma.

Un canto germina valiente para erigirse de recuerdos, o para explorar las memorias perdidas que descansan bajo el océano.

Allí, una llave custodia la alegría.

La certeza de que habrá los segundos en que los labios se encuentren en un momento mejor, será la canción que se tararee y que se componga entre los versos.

Se puede dar pie al azul, pero también a ese mar de aire incontenible que se cierra de enigmas en los cotidianos secretos. Mientras tanto, sea lo que diga el tiempo.

Y agradecer el amor que se crea en silencio.

A la deriva

Ricardo I.

4 de julio de 2005

Mensaje a los Líderes del G-8

Live 8Obvio. No esperaba menos. En Chile no existió repercusión por los conciertos que a nivel mundial se desarrollaron el día 2 de Julio.

"Live 8 AID for Africa", y la organización de nombre y lema "Makes poverty history", es sólo una parte del ruido generado por las voces de la ciudadanía mundial. Lo cual, como ya es usual, no constituye hecho relevante en una nación más papista que el Papa...

Muchas personas de Talcahuano y Concepción, de Chile y otros países latinoamericanos, del mundo entero, opinaron en diversísimos foros y webrings y listas de correo y páginas de mensajes. Vuestro humilde servidor dejó esto en la página de la BBC Mundo, en la sección "Deje su mensaje a los Líderes del G-8". La página es: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/forums/newsid_4640000/4640669.stm
"¡¡Ayúdennos a no seguir luchando!! A las mujeres y hombres nos cansa el traje de la competitividad, y nos nace tender la mano. Un poco de respeto para con este impulso demasiado humL?deres G-8ano.

Quizá si se esfuerzan en recordar, verán que ustedes de niños "soñaban". Tal vez fueron niños deseosos de crecer, no de enriquecerse o ganar elecciones. Nosotros, a diferencia de ustedes, no hemos crecido, y reclamamos conservar nuestra inocencia.

Y si para algo nos proclamamos adultos es para decir a viva voz, como ciudadanos del mundo, que nos indigna la miseria y las injusticias, que preferimos las necesidades humanas a las corporativas, y que deseamos respirar un paisaje mejor.

Saludos de lluvia."

El que yo muestre esto no es para vanagloriarme ni mucho menos. En realidad, es para invitarlos a manifestarse. El que coincidan con mi opinión puede ser accidental, pero el punto sería contribuir a que el tema de la pobreza sea considerado en los medios de comunicación. Como dijera un comentarista internacional "no se trata de música, sino de una protesta muy bien organizada". Ojalá y aquí en Chile, los que quieren protestar, tomen ejemplo.

Saludos mientras escampa.

Ricardo I.

2 de julio de 2005

A cuatro manos

Hubo un día en que dibujé simplemente con mi diestra un trozo de papel para rememorar más tarde lo que ocurría. Pero no bastó, y mis dos manos quisieron acariciar la madera y retornar sobre sus raíces para rescatar los trozos de ventanal roto cuando la Conquista, y la música me arrastró con su peso enorme.

Más tarde el arte se vistió de mujer. Hubo la lenta y fogosa manera de la piel de esforzarse y redibujarse. Hubo el anhelo del amor, el temblor profundo y la explicación ausente tras un labio húmedo.

En algún punto la historia se empezó a redactar a cuatro manos. Las fantasías se empezaron a multiplicar silenciosas y subterráneas, como un discurrir de aguas que buscan un océano en que perderse. Pero también la paradoja se mostró latente, y se hizo carne el esfuerzo por no abalanzarse y detener el deseo. En ese tiempo, si llovía en mí, encontraba jugando el sol que hacía falta.

Ahora los átomos reclaman su carga, los opuestos reverberan lentamente en el vacío sólo por el ánimo de respirar y dar luz al corazón. Aquí, en toda sangre, se intuye la apropiada y justa manera de extrañar y revolver sentidos. Aquí, a mi lado, la sonrisa fluye veloz cuando quiero sol. Aquí permanece el amor esculpido en rocas antiguas, en aprendizajes reinventados, en terrenos fructíferos y prometedores. Aquí está a punto de brotar el mañana que no teme y que inaugura su destino a punta de futuros.

Abrazos recargados.

Ricardo I.

1 de julio de 2005

Indaga invierno

Claramente, como si de una isla nueva se tratara, descubrí que callé apenas se declaró el invierno. No quise interrumpir el sonido de la lluvia. No quise adelantarme a un hálito siniestro o perecedero. Simplemente dejé que cayera el agua como bendición de otoño. "Pero ya es invierno", me dije. Y en el fondo, sabía que anhelaba otros paisajes.

Zapallar. Horcón. Tarde de llovizna y arena revuelta de ausencias. Un mar profundamente similar a sí mismo, ralentando los instantes al ir cayendo el agua sobre la orilla.

Y antes, un viaje largo, una conversación foránea.

Pero hoy, después de días, el cansancio. Dos borrachos y preclaros personajes devolviéndome historias inconexas en caminos distintos. Eso es mágico sólo si se quiere. Y yo quise.

Anoté acordes. Hablé de otros a través de mí. Reverberé mis palabras en las cavernas tumultuosas de filósofos nuevos.

Y ahora estoy acá inaugurando la segunda mitad. El otro lado del año es auspicioso. El otro lado de esta penumbra se abre a la luz como si un eclipse hablara a través de la tierra. "Abrir el alma para iluminar". Para eso seguiré despierto.

Ricardo I.

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...