Por ejemplo, la que me revolvió la cabeza desde la estética: la viola de teclas (o nickelharpa). Se trata de un instrumento sueco hermosísimo (daría algunas neuronas a cambio de uno), cultivado sólo por folkloristas de aquel país y exportado excepcionalmente a España por una muy joven y agraciada Ana Alcaide.
La verdad es que cuando conocí las características del instrumento me impresionó también, más allá de su aspecto, por la subterfugia similaridad con el guitarrón chileno, ese vestigio raro de nuestro folklore, de finares y toquíos, algunos de cuyos ejemplares solamente apreciamos en Septiembre cuando muestran a payadores cantando a lo humano y lo divino. Sin embargo, se trata de un ejemplar realmente excepcional por la cantidad de cuerdas (algunos señalan 25, otros dicen que más), y porque es fruto del ingenio popular en términos de su confección. Un vestigio muy propio y muy olvidado que quizá sea pariente de la viola de teclas. Reflejo de lo largo que pueden ahondar las raíces en el espacio y el tiempo.
Les dejo los enlaces para que disfruten del sofisticado y antiguo sonido de la nickelarpa. También les dejo un enlace para que revisen acerca de nuestro guitarrón. Un par de maravillas musicales.
Saludos desde la Abadía
Ricardo I.
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