10 de junio de 2012

Fragilidad

Imagina por un momento que estamos ante una bifurcación de caminos. No hay señales en los costados, hay mucha arena en suspensión y en la radio de automóvil resuena Leonard Cohen ("Baby, I've been waiting...").
Tratas de preguntarte algo que te recuerde el pasado reciente, y el sol del atardecer no te permite evocar. Frunces el ceño y me miras diciendo "..., ¿qué me preguntaste?". Sin desconcierto, y con la total calma que otorga la seguridad de estar esperando la pregunta, saco una carta y la arrojo en tu regazo.
"¿L'Hermite?"
Guardas un rato de silencio. La arena se disipa un poco. El atardecer no quiere terminar y veo cómo en tus ojos alegres aparecen los colores del término del día o del comienzo de la muerte. "El bastón rojo lo entiendo, pero ¿esa mano azul?"
Yo no explico nada. Sólo busco un mapa mental para retroceder sobre nuestros pasos. Anhelo la bifurcación de caminos como se desea volver a leer un libro que hace sentir más intensas las gotas de la lluvia. La prudencia es un camino que se recorre a la inversa, y en cada esquina nos estalla la fragilidad, es decir, la posibilidad de quebrar toda mentira para quedarnos con la verdad en el sitio que corresponde.
Y estoy a punto de recobrar la calma cuando tomas la carta y la lanzas por la ventana. "Esta imprudencia es harina de otro costal".
Sonrío.

Ricardo I.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...