No sabría cómo sugerir o mencionar sin dejar de admitir las verdaderas intenciones. No se trata de un momento filosófico, sino más bien de cómo "lo que pasa", o "lo sucedido", o "el acontecer" pasa a ser un paisaje ácido cuando nos quedamos detrás de la máquina.
Lo ACONTECIDO es enorme, no es pasado, es presente siendo ya un dato, es el parabrisas que se prolonga con antelación a la mirada. Es también espacio público, sugerencia de un espejo, y reconocimiento de un plural de opinión. Damos vueltas en las frases de otros.
"Dicen...", "dijeron", "andan diciendo"...
Sólo en la madrugada se deja de "decir". Parece ser la hora de calma. Parece ser la hora ausente de noticias. El momento del sueño nos sorprende, y requiere otra altitud u otra medición que no tiene que ver con las palabras. Habrá que descubrir ese momento, pero en otro instante. Ahora debemos seguir conversando.
17 de diciembre de 2004
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