15 de septiembre de 2016

Canciones de (Víctor)ia

Yo no tenía voz, viajaba entre paredes,
andaba por las calles sin ver con los oídos,
y quedaba una estela sin ecos a mi paso.
Sentía que había algo detrás de los rumores,
una como presencia de cantos en las cosas:
silencio era este viaje de guitarra dormida.

Me faltaba un dolor para alcanzar el grito,
una bandera herida o una espantosa lágrima
que llegara a la tierra trizándome la vida.
Así que vagamente entonaba palabras:
latidos sin bordonas, alaridos sin luto,
invocando tinieblas o nubes desterradas.
Entonces de repente sobrevino tu muerte como una campanada.
Y subí hasta el poema para encontrar tu boca y hablar por ella ahora.
Pensar que eras amigo de tanta sed viajera
que juntos nos hicimos canción de llamarada
y corrimos al viento con las manos abiertas.
Pensar que recorrimos la antorcha más unida
cuando tú nos traías un día de noviembre
melodías de arado y rezos para el alba.
Ahora estás callado cantando lo de siempre
subido a tu estandarte con balas en el pecho
compartiendo la herida la lágrima del pueblo.
Aquí tienes palabra para volver al día,
renuncia a tu nocturno recinto dolorido,
y que se queden muertos los que te dispararon.
Toma mi voz entonces,
hagamos con tu sangre venganza y poesía.
Vistámonos de patria,
callémonos cantando
canciones de (Victor)ia.

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