11 de septiembre de 2016

Nada está olvidado

Algunos libros dirán que fue una mano contra la otra. Mencionarán al pasar que la máquina de matar humanos se alzó contra su propio país. Los más documentados dirán que el Imperio puso orden a su provincia más lejana, en mitad de la insurrección. Y habrá razón y sentido en todo eso.
Hay una película chilena llamada Machuca que resume en una escena terrible y sencilla de qué se trató: Chile sufrió (y sigue haciéndolo hoy) en el enfrentamiento entre quienes tenían mucho, los que tenían algo y la incalculable masa que tiene nada. El poder no quiso (no quiere) desequilibrios, y está entretejido con la base más cruda de su origen, que es la diferencia de clases y la segregación.
Pero eso es para los historiadores y sociólogos. En el vivir cotidiano, fue miedo y dolor. A la hora de bajar a la carne, fueron horas de anestesia e inseguridad bañadas en desasosiego. Todavía lo siento y me apreta el alma. Valga esta memoria estampada en mi cuerpo por todos aquellos que seguirán buscando respuestas sin descanso.
Nada está olvidado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...