Con poco más que una vara y una sombra junto al fogón, observan que justo luego del día más corto, la tierra está sumergida en el frío más frío, la oscuridad más inmensa, y tres días después el sol comienza su regreso.
Desde lo más profundo del invierno, el mapuche vio el renacer de la naturaleza. Como en el invierno norte que el sincretismo transformó en Navidad, en el invierno sur todo un pueblo celebra la nueva salida del sol y la luna, el We Tripantu, la entrada al pukemnguén.
Desde esa sabiduría ancestral, que se confrontó a hombres ignorantes del universo, volvemos a celebrar.
Deuma afpule pun, mapuche mapu meu wengetuai itrovill monguen. Ka femngechi peumangen, wengetuai rakiduam, newen, ka kiñegün itrokom puche, Ka antü ñi mülerpuam doi küme monguen.
(Cuando la noche haya llegado a su tope final, la naturaleza dará paso a
un nuevo ciclo de vida en el mundo indígena, permitiendo renovar los
sueños, esperanzas y compromisos hacia un futuro mejor para todos)
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