23 de enero de 2005

Falso Tsunami II

Conjeturas y opiniones, posibilidades y acercamientos al hecho real o al percibido. todo eso se ha derramado en mucha tinta y en muchas imágenes televisivas.

¿Qué podríamos agregar a estas alturas? Yo creo que nada o casi nada: la poca preparación de la población ante una emergencia, del tipo que sea; la poca claridad acerca de quiénes son responsables directos del inicio del rumor; cómo ocurrió el fenónemo de la psicosis colectiva; etcétera. Y sobre todo etcétera.

Lo que ese etcétera no incluye es la interpretación que podría tener la persistencia del rumor en algunas personas que permanecieron acampando, "a resguardo", seguras de que estaban haciendo lo correcto al dejar abandonadas sus casas, dos días después de que ocurriera el incidente. Para los noticiarios que subieron a los cerros a verificar, esto era algo así como un corolario pintoresco ante el ya muy pintoresco falso tsunami. A mí parecer, ahí subyace otro hecho fundamental acerca del funcionamiento de los medios de comunicación.

Para quienes no conozcan la Octava Región, Concepción es conocido como el "conurbano costero penquista", que comprende a las comunas de Concepción, San Pedro de la Paz, Hualpén, el puerto de Talcahuano y otras. Justamente, la comuna de San Pedro de la Paz fue la comuna en donde el rumor se transmitió más rápido y movilizó más a la población. Y las personas que permanecieron en los cerros eran personas de aquella comuna, de los sectores cercanos al mar conocidos como Michaihue y Boca Sur, ambos de mucho riesgo social y pobreza.

Lo que quiero establecer aquí es que son justamente las personas más pobres y marginales las más sensibles a la mala información. Ellos demostraron fehacientemente que en la pobreza y marginalidad es mucho menos probable que existan criterios de juicio ante información externa, y que a menudo la información es "tragada sin digestión", o "introyectada" como diría algún psicólogo, sin pasar por alguna instancia de filtro.

Es probable que esté inventando la pólvora, pero me parece adecuado aplicar esta idea al caso que nos afectó, porque aquella noche también se movilizó población de sector medio, demostrando que allí también hay sensibilidad ante los medios de comunicación, y que tratándose de información catastrófica, las conductas posteriores surgieron de no cuestionar la naturaleza los datos. Otra vez, no hubo filtro, la información llegó y no se asumió críticamente.

Y en cuanto a los sectores altos, muchos parecieron no enterarse. Coincidentemente (?) los sectores altos viven muchas veces en terrenos geográficamente altos, por lo cual nunca sabremos a ciencia cierta si en esos sectores no se actuó porque había una sensación de seguridad o porque manejaron mejor la información.

Al fondo del asunto no creo que haya una carencia educativa que se reparta en la pirámide social. O sea, no creo que sea sólo eso. Más que falta de cultura (como afirman algunos despistados que creen que eso es posible) o falta de educación, yo hablaría de una falta de "culturalidad", es decir, una falta de participación activa en la red de conversaciones y conductas que constituyen la cultura de una comunidad determinada. Eso implicaría una menor conexión con la información compartida históricamente, toda vez que las experiencias de quienes llevan más tiempo en el grupo social redundarían en una simplificación de la complejidad de elementos que emerjan contingentemente.

Si a eso agregamos una sensibilización más inmediata en términos temáticos y temporales (la exhibición reciente, continua y repetida de la catástrofe real vivida en Asia), entonces es muy comprensible la reacción de la población. Este tema no es menor, creo haber escrito sobre él anteriormente, y apunta a la importancia que tiene "el foco" en los medios de comunicación. Allí donde ilumina la cámara, sea un tema archi conocido o una minucia sin mucha relevancia, nace una noticia que acapara opiniones y levanta revuelo, para que luego la cámara cambie de lugar y se reinicie el ciclo.

Espero sinceramente que esta falsa alarma no caiga en ese ciclo de consumo noticioso, para que antes de pasar a ser un tema archivado se extraigan lecciones teóricas y prácticas de qué hacer cuando un rumor nos cubra y nos arrastre como si de una ola se tratara.



Ricardo I. Alarcón Muñoz.

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