La ráfaga de artículos sobre la política chilena no arrecia. Comentarios previos a las elecciones sentenciaron recetas y recomendaciones, críticas y señales. Tras el domingo 17, la interpretación sucedió a los hechos. La voz no es unívoca, y menos las posibles causas del escenario actual.
Como nunca pocas veces me he referido directamente a política en mi blog, procuraré describir brevemente cuál es el escenario electoral de nuestro país:
- Chile es una democracia representativa, en que los ciudadanos deben registrarse para votar, y una vez que lo han hecho deben cumplir con su derecho/deber de forma obligatoria.
- Se cuenta con un padrón electoral de poco más de 8 millones de votantes registrados (la población es aproximadamente 16 millones). Menos del 10% (alrededor de 700.000) de esos votantes registrados son "población joven" de entre 18 y 29 años.
- Si ajustamos estos datos al Censo 2002, la población con edad de inscribirse pero que no lo ha hecho se estima en 2,5 millones. De esos 2,5 millones, 1,5 millones serían jóvenes de entre 18 y 29 años.
- Tomando en cuenta sólo la población joven, y cruzando ese dato con la proveniencia socio-económica, las comunas de menor ingreso cuentan con 1 joven (18 a 29 años) cada 100 electores. En comunas de mayor ingreso, con 10 jóvenes cada 100 electores.
Todo esto es muy delicado de revisar. Sólo mirando datos objetivos, vemos que no es la mitad de Chile quien elige presidente. Nada más que un cuarto de los chilenos. Ni más ni menos. Pero además, de estos datos podemos concluir que:
- Se hace necesario un sistema electoral de registro automático, no voluntario, de modo que el derecho/deber del voto se transforme en una condición intrínseca a la ciudadanía.
- Se hace necesario discutir sobre la obligatoriedad/voluntariedad del voto, porque la ciudadanía no dispone de toda la información para considerar las ventajas y desventajas de una modalidad u otra.
Personalmente, soy partidario de la mantención del voto obligatorio, ya que se trata de un sistema ya implementado en diversos países con el objetivo de aumentar la inclusión ciudadana en la el quehacer político. No es sólo el voto obligatorio, sino todo un programa de educación cívica para la transición de una Democracia Representativa a una Democracia Participativa.
Los datos nos indican que podría haber cierta correlación entre nivel socio-económico y participación política de los jóvenes. El sistema voluntario no incentiva la búsqueda de información y, por tanto, no genera escenarios de movilización ciudadana para profundizar la participación. El sistema obligatorio tampoco, pero..., por algún lado se empieza.
En otro artículo me referiré directamente a mi opinión respecto de lo que creo que sucedió el domingo 17 de enero de 2010 en Chile.
Saludos desde Conce
Ricardo I.
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