6 de marzo de 2010

Tierra (que suelo llamar Concepción)

Al parecer, mi tierra es todo lo que tengo. Los aromas y la sensación de que mi paisaje me provee la mitad de quien soy es ahora patente y concreta. Puedo respirar el aire de ser una especie de extranjero, y puedo vivir simulando ignorar la extrañeza. Pero mi vida y mi canto improvisado están amarrados a un río, a la secreta esperanza de pasar de nuevo una tarde por las lluvias que me vieron nacer imaginando que casi nada ha pasado.
Por eso escribo con el alma en un hilo, pendiente de la energía que respira, sabiendo que la aparente violencia no es tal, y que somos nosotros los que vivimos engañados como si la muerte no existiera. Esta Tierra y la Tierra entera vive en la muerte y multiplica la vida en los cuerpos que yacen, recordados u olvidados, porque nuestro pasar es casi nada ante la edad inmensa de las estrellas.
Ese extracto de la Tierra, que suelo llamar Concepción, vive en mí. Jamás será derrumbado en mi corazón.

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