He buscado en el sonido de mil campanas la noche exacta en que se extinguirá el fuego de mi presencia. He buscado lentamente la luz de otro alimento, la saciedad inerte de permanecer despierto hasta más allá de cualquier orden de los días. He buscado los segundos que el tiempo no otorga y que subyacen como migas de una historia que conduce hasta ahora.
Ahora misma el fuego. Ahora mismo los metales rompen su silencio. Ahora mismo el aire y las letras y quizás los días. Ahora mismo el rumor de río y de corrientes atómicas circundándolo todo.
Aquí mismo todo.
En la simpleza de un margen oscuro, preclara la tarde se itera de sí misma, sin colores, nada más que revirtiendo en la humedad de la atmósfera un insólito espejo que alberga los días y sus horas.
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Tal parece, amigo, según leo antes y ahora, te está faltando rock. El rock es lo único que permanece y que subyace. El rock siempre estuvo y siempre está, aunque haya nacido en 1956 o haya muerto en algún punto de mediados de los noventas. Mejor, como dijo un pelotero pelotudo, "hagemos" rock, ya pronto tendré un estudio para grabarlo.
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