1 de marzo de 2011

Nova scientia

Con el tiempo, se descubrió que la Ciencia de la era de la "Modernidad" era más bien una derivación más específica de la Alquimia, y en su argumentación lógica e insuficiente nunca logró sobreponerse a las ideas originales: la constitución elemental del mundo y el universo podían seguir siendo explicadas por un equilibrio delicado y no efímero que abarcaba lo que los habitantes del siglo XXI recibieron de sus abuelos como Geología, Física, Meteorología y la comprensión más refinada posible de la Química Orgánica. Más tarde, la escuela de Extramzen (ex-Shangai) abandonó categóricamente la pretensión de superponer la Biología al estudio global de los seres y las individualidades, con lo cual el modelo de Microcosmos terminó siendo insólitamente revalidado tras lo que Dallington y Pearsen llamaron "el oscurantismo de la Revolución Industrial".
Ese fue el respaldo que los maestros de la Alquimia en los institutos educativos obtuvieron. Sus arduas investigaciones arqueológicas para descifrar el funcionamiento de las deidades de bolsillo con nombres artificiosos y antropomórficos, artefactos hechos de caminos metálicos sobre tarjetas de color verde,  piedras movidas con brazos de hierro, instalaciones para comunicación a distancias descomunales por complejos sistemas de cables, impactos constantes de información ante sus rostros, etc, no eran más que el inicio de la refutación definitiva a Galileo y Newton. En cincuenta años de reconstrucción filológica Schwartz emitió su veredicto final, y se hizo pública la condena al vértigo de la técnica, a la praxis de las posibilidades de intervención sobre la vida humana y a los constantes entredichos surgidos de la modificación de las condiciones de acción en el planeta que, por aquella época, llamaban Tierra.

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