9 de octubre de 2009

Los dispositivos intermedios: un empujón más en la evolución del libro y los contenidos en internet.

Esto fue posteado hace dos días en mi blog donde sólo anoto cosas que en el mundo informático me parecen importantes como para tomar notas, especialmente si no quiero guardarlas en mi DD, pero me parece que el tema de fondo sobrepasa la tecnología y llega a ese entresijo de las ciencias sociales aún inexplorado del impacto de las TIC en nuestras formas de vida cotidiana. Sin más preámbulos:

Los que somos fans de leer cosas relacionadas a la tecnología, hemos asistido a avalanchas de rumores sobre el arranque del nuevo mercado de los dispositivos móviles "intermedios". Más que un teléfono y menos que un Netbook, aparatos como el N900 y el Booklet 3G de Nokia, el iPod Touch de Apple, y muchos de los dispositivos que Android ha venido suscitando a su paso (desde HTC hasta LG), nos hablan de una nueva concepción de lo que vendremos entendiendo por dispositivo intermedio. Ni tan grande, pero tampoco tan pequeño que sacrifique las prestaciones.

Arrecian por estos días los rumores de una posible tablet de Apple, algo así como el hermano mayor del iPhone/iPod Touch, pero que sobre todo, vendría de la mano de un acuerdo con algunas cadenas de noticia escrita. Eso ya ha terminado creando reacciones en los productores tradicionales, pero sobre todo en aquel engendro de Amazon que llamamos Kindle, sólo comercializado en EEUU. Sin embargo, en estos meses que se habla cada vez con más fuerza de la apuesta fuerte desde Apple por lanzar un nuevo dispositivo, con iTunes como justificación para potenciar la comercialización de contenidos, Kindle se arroja fuera de USA, prometiendo una conectividad internacional a su dispositivo, y con un modelo de negocios bastante incierto (en España ya comentan de cobros repetidos y excesivos en la cadena de distribución, tanto del hardware como de las descargas). Además, si Apple se mete en este intersticio de las lecturas de periódicos y diarios, se viene entonces también la duda de si el formato "libro", tal como lo conocemos, no estará en las fronteras de su transformación final. En ese sentido, la gran sorpresa que podría dar la Manzana debiera tener que ver con tinta digital a color, u otra tecnología de pantalla que no se resintiera ante nuestro gran amigo sol, cosa que ya está siendo desarrollada con cierto éxito en Oriente.
Y por otro lado, la gran G sigue en su disquisición legal para hacer que Google Books se lance totalmente y sin impedimentos. Sony ya ofrece un dispositivo compatible, y una vez que se resuelvan las dificultades, estaríamos hablando de millones de volúmenes a muy bajo costo o en la más total gratuidad de acceso.
El enigma entonces se traslada a las consecuencias culturales de estos movimientos de mercado. ¿Morirán definitivamente las prensas tradicionales y las editoriales? ¿Cómo se afectarán los sistemas educativos, en un mundo marcado por el acceso irrefrenable a los contenidos culturales de toda la historia de la humanidad?
Yo creo que no habrá una catástrofe. Pero eso sí: creo que los medios tratarán de defenderse buscando maneras de cobrar por sus contenidos, más que intercambiando espacios de publicidad en la web, lo cual se traducirá en nuevas campañas de persecución a la piratería e intentos de control de lo que se descarga en internet. Estamos hablando de una lenta intervención dentro de lo que pase en la red. Después de todo, la historia de los libros y los diarios es también la historia de la censura de las palabras en la historia de la humanidad.
La misma historia, sin embargo, es la que nos obliga a considerar el escaso o nulo éxito que podría tener cualquier intento de control de los contenidos. Las utopías negativas funcionarán solamente si la anestesia que nos inoculan son totalmente invisible, sucedáneos de libertad muy potentes y razonables. Y hasta ahora, siempre queda un margen, un grupo desorganizado pero existente de personas que terminan de darse cuenta del engaño, y reaccionan.
El libro, como institución cultural, está lejos de morir. Quizás morirán menos árboles en su factura, pero el peso de los contenidos es demasiado amplio y profundo como para dejarse demoler ante los circuitos y los ceros y los unos.

Hasta ahí lo posteado originalmente. Agrego dos cosas: hace un día entrevistaron al célebre Jeff Jarvis, quien se pronunció en contra de la intención de algunas cadenas de cobrar por sus noticias. Eso es otro elemento del escenario general de lo que sucederá con los libros y los diarios. Hoy día se supo que Barnes & Noble saca su propio lector digital. Otro puñado de compañías sacan dispositivos por estos días. La cosa sigue como un duelo soterrado, entre quienes avanzan en el acceso y quienes tratan de frenar la disponibilidad.

Y para finalizar, tardíamente vengo a leer el blog de Montserrat Nicolás, hablando del marco general que han dibujado las transnacionales en el mundo de los Derechos de Autor, y lo que debemos atender aquellos que aún creemos en la libertad para los códigos.

Saludos desde la Abadía

Ricardo I.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Rabia

Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...