
A veces mordía sin cesar el augurio de tu espejo antes de llegar a verte desnuda. A veces, de tanto en tanto, pretendía no errar antes de de llegar.
Sin embargo, creo haber conquistado el himen, y sin gobierno haber retornado a la locura. Desde ahí fue posible que muriera de ferviente deseo, pero justo al llegar me prefirió la muerte para sí, rotas mis carnes con tu espejo roto.
Ricardo I.
Publicado como mensaje el 15 de Septiembre de 2004 en http://www.leyendo.com.ar
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