De esta memoria queda el reflejo rojo, la solitaria estepa de mi abreviada condición de anillo. De este día quedará el acento puesto en el invierno, los veintiséis rezongos de mi altura, y las novísimas constelaciones que avecino. Y los besos que tardo en destinar.
Gracias por estar.
Ricardo I.
10 de julio de 2005
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