Los días han sido cambiantes, con ratos de sol, con brisas heladas, con mañanas frescas o llenas de viento, como la de hoy. Hay aroma de súbito temblor, de luminosa variación en el alba. Hoy, por ejemplo, abrí los ojos con la primera luz. Y estaba todo detenido, como si se tratara de un paréntesis en mitad del sueño.
Y soñé que todo era menos grave de lo que parece.
Hoy viene la música, como todos estos días. Habrá momentos de gloria y de fiesta, de repentina alegría, de silenciosa templanza, de luna reflejada en el mar. Y una creciente sensación de que se acerca la primavera. Pero ya no la primavera triste que antes llegaba tarde o demasiado temprano, sino que la primavera sin anuncios que alienta los corazones.
Desde el territorio
Ricardo I.
12 de septiembre de 2005
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