La memoria se vuelve de tierra en estos alrededores, cuando nos prometemos que el sol no se ocultará. Dejamos la luz para la patria, el ritmo de nuestros bailes tratando de hacerse paisaje, pero no necesitamos este mes para recordarlo.
La tierra está allí siempre.
Entonces, de estos días terrestres, soltemos la hipocresía. Que si la fiesta lo vale, sabremos cómo no seguir insistiendo en ser de una patria o de otra, porque las fronteras vinieron tiempo (mucho tiempo) después de que existiera el sentirse del valle o de la costa o de la cordillera. Antes que todo, seguiremos siendo paisanos, de ciudad o de campo, folkloristas de nuestras propias familias.
La tierra sigue allí siempre.
Ahora sólo celebremos la dicha de seguir diseminados, de seguir teniendo la oportunidad de mezclarnos y perdernos los unos en los otros. Más que pintar las calles con tonos de bandera, pintemos el corazón con esa otra patria (la patria grande) a que llaman vida.
Buscando la raíz
Ricardo I.
18 de septiembre de 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Rabia
Tengo rabia. Tengo la rabia larga y la alegría del comienzo. Y lloro de ver a mi padre temer y de ver a mi madre entrever. Porque la rab...

-
Cuando en agosto de 2006 decidí trasladar todo lo que había escrito desde el 2004 a una página personal, pensaba que la internet iría a otra...
-
Llegar a mi ciudad es una aventura en muchos sentidos. No más arribar desde la carretera que pretende ir al sur, el viajante puede decidir e...
-
Llevar un plan de escape escrito en el pensamiento es una forma de vivir. Por ejemplo: salgo cada mañana pensando que volveré a casa, que es...

No hay comentarios:
Publicar un comentario