18 de junio de 2005

Lluvia

Me deja perplejo esta lluvia desconsolada que pugna por mojar cada grano escondido. Será que el reparo que hago no llega hasta su agua de niebla y de montaña, mientras que mi verdadero grito se hace palaciego y recóndito como corazón vertido.
Atreviéndome así como si nada, podría agregar que me encanta escuchar millares de moléculas repartiéndose en millares de hojas que respirarán millares de horas sobre la tierra. Pero no alcanzo a imaginar la inmensidad de todo este hecho, prefiriendo la agonía.
Haré que de la lluvia mis hogares, y de la lluvia mi sombrero. Los recuerdos y mi camino, mi sombra acumulada entre las flores, mis jardines de letargo y de impulso espléndido.

Atención al infrarrojo. Nos vemos a la vuelta

Ricardo I.

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